El hombre y la mujer tienen procesos de desarrollo humano esencialmente diferentes y, estos tienen que ver con el entramado de circuitos que nos constituyen como seres diversos, el uno del otro. Es un hecho, somos hombre y mujer, y somos diferentes aunque esencialmente iguales. Procesamos la información de distinta manera para cumplir con la función biológica primaria que, a muy, pero muy grandes rasgos, es para el varón la de control ambiental y protección de la especie, y para la mujer el mantenimiento de los vínculos en el grupo y la perpetuación de la especie.
Hay indicios de que en este orden de ideas, el material genético con el que contamos para transmitir generacionalmente hombres y mujeres es particularmente diverso. Por ejemplo, la herencia por la línea materna que es solo transmitida de mujer a mujer, contenida en el ADN mitocondrial se pierde cuando una generación no tiene hijas. Funciona mas o menos así: el óvulo tiene dos tipos de ADN, uno en la mitocondria, que sirve para generar la energía necesaria y otro en el núcleo que es el que se va a combinar con el material genético del espermatozoide. El espermatozoide a su vez, tiene un ADN en su núcleo y el ADN mitocondrial en la cola o flagelo que lo empuja a buscar el ovulo. La cola se desprende cuando la fecundación ocurre y solo el material genético proveniente de la cabeza del espermatozoide participa en la producción del nuevo ser. Es así como el rastreo del ADN mitocondrial, lleva a conocer nuestro ancestro femenino mas antiguo, llamada la Eva Mitocondrial, datada unos 200.000 años atrás, mientas que este mismo razonamiento usado para datar al Adán cromosómico, revela que este existió durante un lapso que va desde los 60.000 a los 140.000 años atrás. Parece que la información genética mas antigua con la que contamos en nuestros cuerpo, es cargada y transmitida por la mujer de nuestra especie. El Elefante como arquetipo, como programa biológico y como energía espiritual, representa este tipo de transmisión genética. Una estructura matri-lineal donde por vía de las hembras de la especie se transmite el linaje. Este linaje ha sido ampliamente relatado en toda clase de mitos y leyendas desde la remota antigüedad, donde el Elefante es portador de sabiduría cósmica, poder y bondad. Encarnado en el dios Ganesha, el Elefante, es en este caso, un niño con cabeza de elefante que representa el conocimiento de todas las artes, la inteligencia y la sabiduría y es un muy buen guardián del hogar y de todo nuevo emprendimiento. Algún aspecto de Elefante me lleva a la sabiduría de las abuelas, a su conocimiento de los matices profundos de la vida y las artes. Es conocido de alguna manera que la iniciadora de las artes en nuestra especie fue la hembra humana, y no quiero decir que los hombre no hayan participado en esto. Me refiero al hecho de que es lo muy femenino lo que da nacimiento a todas las estrategias posibles para comunicar, entender y relacionarse a través de lo emocional y el lenguaje. El Elefante es también por ello un excelente patrono de cualquier proyecto educativo. Si el Lobo te pone en la energía de enseñar y/o aprender, el Elefante refina la energía de los conceptos y eleva el nivel de comprensión, lo hace universal, cósmico. Revela una visión del mundo mediante recursos plásticos, estéticos, lingüísticos. Pero lo que es revelado también es entendido porque pertenece a nuestro corazón, como lo es un linaje. Esto es lo que soy, de aquí es de donde vengo, esto es lo que hago aquí en la tierra, hacia ese lugar voy.
La solidaridad con la familia y con los mas débiles es una bella cualidad de Elefante. Solo como grupo podemos sobrevivir y solo respetando la vida y la fragilidad del otro puedo entender el respeto por mi propia vida y por mi propia fragilidad. Entender esto de nuestro linaje, es algo que como especie nos esta presionando evolutivamente. Tenemos que lograr nuevas compresiones de lo que somos como grupo para poder sobrevivir, o tal vez, mejor decirlo, regresar a las antiguas comprensiones, regresar a los cimientos para retomar el camino.
Se sabe que Elefante recorre grandes distancias para morir, para acompañar a sus muertos y no los olvida. Este es otro regalo del linaje. Los hilos tejidos en el infinito del tiempo de unos con otros. No estamos solos, no lo estaremos jamás, pues somos, como raza, pura unidad; y todo lo magnifico hecho por uno de nosotros nos pertenece y como linaje, también tenemos el derecho de solo tomar lo bello realizado por nuestros antecesores y crecer desde allí. No hay que pagar deudas, pues estas ya se pagaron con las vidas de aquellos que incurrieron en la falta. Este es un linaje de pura luz y belleza.
Es necesario saber que nos corresponde un linaje espiritual que viene desde lejos en el tiempo, que es transmitido por nuestras madres, que tiene que ver con conocer y sostener lo aprendido en el viaje de una generación a otra. Que este conocimiento se relaciona con solidaridad, memoria y comunicación empática con lo que nos rodea y, como lo mas importante de la medicina que trate el Elefante al mundo, es que esto nos es dado por derecho de nacimiento. Es decir, todos somos hijos de la misma estrella. El destino de todos nosotros es ser dioses. Elefante te conecta con esto.
Recuerda que medicina se llama a todo aquello que te conecte de una u otra manera con el sagrado espíritu, con tu centro, con tu mas grande potencial.