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Psicología y Alquimia de la Rana


Obra de Claudia Botero: "De príncipe a..."

La rana es bella, hermosa y seductora pero no ahora mismo. En este momento es fea y hasta repugnante. La rana es bella, seductora y hermosa como promesa cumplida cuando le has besado la boca y las ves transformada en la rana de tus sueños, es decir un príncipe o una princesa, porque casos se han visto.

Son muchas las historias fantásticas donde la rana ha sido infamemente injuriada al ser convertida en rana por la maldad de una bruja, por su propio mal comportamiento o porque pasaba por allí y justo el maleficio le cayo encima por pura desgracia casual. También hay un cuento de una rana que era diferente a las otras y tenía en el corazón algo muy puro, muy bello y luminosos, que viajó al cielo de sus ancestros mayores cuando murió de puro cansancio de croar en el charco sin llegar jamás a ser descubierta por sus hermanos, las otras ranas y sapos del pozo. En todos estos casos hay una promesa que se cumple con la rana y esta es de transformación y renovación.

La rana lleva implícito el mensaje de la abundancia, siempre que hay una rana hay muchas más. También, lleva el mensaje de la salud, pues dónde hay ranas, se dice que ese ecosistema es saludable y porque también, son ellas las primeras en desparecer o desequilibrarse, cuando algo no anda bien con el ambiente.

Ellas tienen una forma material que ha hecho al hombre sentir su profunda conexión con la naturaleza de la fertilidad y la fecundidad. ¿Porqué vienen de a miles?, ¿Porque sus renacuajos parecen espermatozoides? Esto supongo lo intuían los antiguos que no contaban todavía con otro microscopio que no fuese una intuición y conexión con la naturaleza muy desarrollada: es decir, la rana siempre se asoció con lo fecundo, fértil, abundante y saludable. Se tiene noticia de diosas arcaicas con la forma de genitales femeninos redondeados con apariencia de rana y algunos mas atrevidos mencionan que una rana naturalmente puesta sobre el césped tiene un parecido sorprendente con la pose de una mujer dando a luz.

Entonces tenemos que las ranas hablan de fealdad, transformación, fecundidad, salud y equilibrio. Por feas que nos parezcan, son una bendición cuando han llegado las lluvias después de un periodo de sequía, pero también una maldición, cuando se comportan como plaga, al mejor estilo del relato bíblico y emulando lo que a veces hacemos los seres humanos, cuando nos multiplicamos sin sentido y sin precedente sobre la tierra.

Entonces, ¿pensar en una rana para que nos sirve?, con que parte de nosotros mismos nos conecta?.

En los cuentos, que es dónde mas comúnmente encontramos las ranas de la antigüedad, por lo general se convertían en amables príncipes o princesas, en algo hermoso que alcanza su verdadera forma o recupera su forma antigua de antes del hechizo.

La rana es pues un punto intermedio en el devenir de la vida. Es un momento feo y tal vez repulsivo que tiene el germen y potencial del cambio escondido en su interior. La rana emerge de algo considerado sucio como lo es el fango, del cual también emerge el loto, pero este es símbolo del iluminado y símbolo de la transformación desde lo más oscuro de la psique en pura belleza y fulgor sorprendente.

El loto es un hermano espiritual de la rana en cuanto a la vocación que ambos tienen de emerger desde lo horrible hacia la preciosidad.

La rana brotando del limo, desde el acuoso abismo de las emociones y convirtiéndose en aquel bello príncipe que todo lo sabe, que todo lo puede, es la invitación poderosa a permitirnos percibir, a dejar existir en nosotros aquello que todavía es informe o desagradable y ver con paciencia infinita y buenos sentimientos qué pasa mas adelante, sin juzgar, sin controlar, solo aceptando la situación de momento.

Dar ánimos, a pesar de la sospecha interna, e inspirar confianza plena tanto en nosotros como en los que amamos y nos rodean, pues por fea que esté la cosa, siempre podremos, gracias a poder de la vida en nosotros y la voluntad del amor sobre la materia, ser lo mejor que se puede. Ser superiores, mas poderosos, mas amados y ser, como decimos a veces, todo un príncipe en nuestros comportamientos y actitudes. Este es el beso para nuestras ranas internas, el beso de la confianza y el amor incondicional.

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