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Necesito con quién celebrar

Esto lo he escrito también pensando en mi amada hija Susana

Necesito con quién celebrar hoy, aquí, ya mismo. Celebrar que estoy viva, que respiro, que esta mañana me he comido unos deliciosos frijolitos orgánicos que unos maravillosos campesinos insisten en cultivar sin agroquímicos, sin pesticidas, sin la presencia de los innombrables, de quienes no hablaré, porque el hoy no es de ellos. Estoy feliz porque he dormido y he despertado en contra de todo pronóstico. Porque a pesar de que fui al otro lado del universo, al profundo foso y oscuro del sueño numinoso y no humano, que tú tambien visitas cada noche, henos que aquí estamos tan vivitos y coleando.


Estoy feliz porque mi perro me ha batido su hermosa cola nuevamente esta mañana a cuento de que me ama porque le parezco divina y porque mi hija está llena de amor. Estoy feliz por ella y por mi, porque le he podido enseñar todas las medicinas que la vida me ha permitido aprender en tan poco tiempo, tan solo 50 años de estar aquí. Tiempo que es nada en el tiempo universal que es el contado por las estrellas . Y entonces, estoy feliz porque mi hija sabe comer orgánico y verde, el valor del tiempo libre y de la libertad, el valor del amor y de seguir contra viento y marea el impulso del propio corazón, y del desprendimiento de la materia. Pero también , porque le podido transmitir igualmente el valor de la materia, porque a través de ella nuestros almas espirituales se expresan y sienten belleza y placer. Porque le enseñé a hacerse moxita, que es una medicina china para cuando le den cólicos y le enseñé que así también puede con estas sabidurías antiguas de aguas, comidas vivas, fuegos y amores, curarse y curar a quienes ame.


Estoy feliz porque me duelen los pies de trabajar en mi cocina con mi nuevo emprendimiento de panes libres de gluten con masas creadas desde cero por mi. Masas que he inventado para que me caigan muy bien, me nutran y poderlas compartir con todos los que, como yo, hemos sufrido del intestino permeable y más males por cuenta de… otra vez; la toxicidad en agroquímicos, sistemas de salud infames, farmacéuticas sin escrúpulos y toda clase de metales pesados y materiales dañinos con los que nos inundan, venden y esclavizamos nosotros mismos a través de la enfermedad y falta de energía viva, vital y característica de la alegría creativa. Males todos, que también hay que decirlo, forman parte de la vida humana y cumplen un papel de maestros duros en estos tiempos, que nos empujan a entender, conocer, saber qué somos, quienes y qué hacemos los seres humanos en el contexto amplio de la vida.


Pues bien, estoy muy, muy feliz, porque cada día siento menos compromiso con la “sociedad” y lo recalco entre comillas. Es decir, siento cada día menos respeto y compromiso con los sistemas formales de organización humana a los que estamos acostumbrados y, los desconfío más y más, mientras que paralelamente, como en un efecto de espejo inverso, cada vez confío más en lo que me dicen mis tripas.


Así que mis tripas me dicen hoy que a pesar de todos los males catastróficos y tremendos fines del mundo en technicolor por canales radiales y televisivos, redes, antenas satelitales y chismes de barrio donde se dice que todo está finiquitado, yo no confío más en esos cuentos chinos (esos si son los cuentos chinos). Confío en mí, en mi respiración, en mi propia presencia , en mis tripas que me indican por dónde moverme, mis pulmones respirando y mi hígado con todo su trabajo de ponerme en marcha cada día.


Estos queridos míos y partes que soy yo misma, me dicen que estoy viva, bien, saludable, feliz y que está bien que diga si y que me derrita y fluya dulce y suavemente hacia mi destino, que es el mejor de todos, porque tengo fuego humano en mi corazón. Fuego del mejor.



Claudia.



Inicio curso de Luna, Alimentación y Biorritmo el 7 de Mayo



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